martes, 25 de noviembre de 2008

A ÁNGEL CAMPOS PÁMPANO, IN MEMORIAM
Nos enseñó a mirar celebrando lo que para otros eran las costumbres: levantarse, mirar a la madre. Sin distinguir entre la rama -allá arriba- y la raíz- aquí abajo.
Y con él la mirada arde, como arden a veces las alas que, en círculos calcinados, sin reposo, buscan luz o sombra.
Y la rama se vuelve casa si del aire aprende, y por eso germina.
Y sus palabras a mí - seguro a ti- me enseñaron a volar tan alto, tan alto, hacia el abismo insondable.
Pero en él las palabras están como un pájaro aterido que late en las manos, que son bocas que las dicen.
Por eso, hoy, estamos mudos: que la palabra voló y ya vive en otra luz, quedándonos a nosotros sólo la derrota.

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